El marketing gastronómico es la estrategia publicitaria que permite captar el mayor número posible de clientes para tu restaurante, mejorar tu reputación y visibilidad y construir una potente marca personal en torno a la experiencia que ofreces.
Dicho de otro modo, consigue que tu público se chupe los dedos antes, durante y después de la experiencia presencial.
No afecta solo a las redes sociales o la imagen corporativa, sino que salpica a todo lo que sucede dentro de tu negocio: desde tu página web a las vías de contacto y reserva, la música y el ambiente, los descuentos, promociones y concursos, la iluminación o la propia manera de presentar y vender los platos, dándoles un toque distintivo y especial.
Un buen marketing gastronómico incide en la toma de decisiones del cliente, pone el foco en sus necesidades y permite tanto fidelizar a los consumidores ya convencidos y encantados con lo que se cuece en tus fogones como captar otros nuevos.
Tal y como revelan desde la web marketing gastronómico.com, una buena atención al cliente es un punto indispensable para una buena estrategia: “un restaurante con un 40% de clientes fieles factura un 50% más que uno que solo retiene 10% de clientes”.
Por supuesto, sobra decir que detrás de un buen marketing tiene que haber un producto gastronómico de calidad. ¿Cómo enganchar al usuario potencial hacia él? Existen varias estrategias.
7 claves para encontrar la mejor estrategia de marketing gastronómico para tu restaurante
Encuentra tu propia personalidad:
Debes ofrecer una experiencia completa a tu destinatario, que puede ser sensorial, visual, olfativa, envolvente y desde luego, irresistible. La estrategia debe ser integral y abarcar desde logotipo, colores y tipografía a un estilo concreto de imágenes en redes sociales. Un branding definido siempre da puntos.
Piensa qué rol desempeñas para el usuario:
Mejorar la salud de su dieta, acercar gastronomías de otros lugares del mundo, proporcionarles lujo, ahorrar tiempo, degustar la máxima calidad… encontrar los propósitos profundos del servicio que ofreces te ayudará a conectar con las motivaciones de tu cliente.
Ponte en la piel del consumidor para darle lo que busca:
Exclusividad, diversión, sostenibilidad. Tu estrategia de marketing gastronómico debe alinearse con los propósitos y valores de los propios usuarios. No es lo mismo una cadena de comida rápida que una cantina eco, ni un restaurante fusión de alto standing con un negocio familiar de comida tradicional.
Busca diferenciarte de la competencia:
¿Tienes al mejor sushi man de la ciudad? ¿Los clientes están locos por tus recetas de repostería? ¿Nadie puede competir con los guisos de la abuela que lleváis preparando durante generaciones? El marketing gastronómico debe reflejar tus puntos fuertes, ya sean estos en producto, precios, ubicación, packaging, degustación y un largo etcétera.
Las redes sociales, más importantes que nunca:
Vídeos simpáticos y virales con recetas en TikTok, carruseles en Instagram para que a tu cliente se le haga la boca agua con tus apetitosos platos o sorteos potentes en Facebook pueden conseguir que subas como la espuma. Cuida especialmente la fotografía de producto y busca una estética diferenciada.
Posicionamiento SEO y feedback positivo, dos llaves ganadoras:
Para un restaurante es esencial trabajar el SEO, alcanzar un buen posicionamiento local y tener actualizada la cuenta de Google My Business. Narra tu historia desde los ojos del cliente, aprovecha el storytelling e informa de todas las novedades, cambios de carta, ampliaciones de horario, espectáculos en vivo o recomendaciones culinarias de temporada. Conseguir buenas reseñas de calidad también es el mejor imán para captar nuevos visitantes, que cada vez recurren más a plataformas como TripAdvisor o a la propia puntuación de Google.
El sabor de una buena historia:
Cuenta de dónde vienes, el viaje que hacen tus productos, las recetas que pasan por tus manos, el sueño detrás de tu proyecto, las virtudes de tus ingredientes, y en definitiva, lo que te hace especial. El usuario conecta mejor con las emociones y experiencias más personales que con los datos brutos.